Fenelón Castillo Arce, CM
¡Oh Dios¡ nuestros
oídos lo escucharon:
Gozosos lo contaron
nuestros padres;
Obras que hiciste en
sus tiempos remotos,
En los días antiguos,
con tu mano.
Lo que hemos oído y
que sabemos,
Cuanto narraron ya
nuestros mayores,
En nuestros días no lo
callaremos
Se catará por mil
generaciones.
Elogiaremos a los
antepasados,
Su vida insigne, su
labor inmensa;
Sus obras, Señor, y su
grandeza,
Grandeza, Padre, de su
gloria santa.
¡Oh Dios¡ Tú mereces
un himno en Sión:
Bendito Tú, Oh Dios de
nuestros padres,
Alabanza a tu nombre
por los siglos.
¡Oh Dios¡ Tú mereces un himno en Sión
Fundadores intrépidos,
valientes;
Guías del pueblo,
consejeros sabios;
Luz de ministros para
tu santuario,
Padres del pobre, tus
heraldos fieles.
Sacerdotes y Hermanos
misioneros
Los llamaste, Señor de
nuestra historia,
Con Vicente a tu casa
ya se fueron,
Mas vive entre
nosotros su memoria.
¡Oh Dios¡ Tú mereces
un himno en Sión
Bendito Tú, Oh Dios de
nuestros padres,
Alabanza a tu nombre
los siglos.
¡Oh Dios¡ Tú mereces un himno en Sión
Gustavo Foing salió
hacia ignota tierra,
Surcó la mar, atravesó
los Andes
Y fue el primero en la
familia nueva,
Inmensa América y
Colombia grande.
Con Augusto Rieux fue
luz para el clero,
Y con Birot evangelizó
los campos;
Un hombre hostil llevólos
al destierro;
Le estorba su voz de
pregoneros.
Malézieux cultivó
mentes despiertas,
Francisco Stappers
templó las voluntades;
Fue Fourçans director de almas selectas,
Rojas médico, obispo,
misionero.
De países lejanos se
vinieron,
Semilla santa en
Boyacá y el Cauca;
En Huila, Caldas y en
el fértil Valle
Huella dejó su paso de
pioneros.
¡Oh Dios¡ Tú mereces
un himno en Sión,
Bendito Tú, Oh Dios de
nuestros padres;
Alabanza a tu nombre
por los siglos.
¡Oh Dios¡ Tú mereces un himno en Sión
Primer nativo murió en
la brecha,
David Ortíz, valor,
¡cuánta energía¡
Hoyos novicio fuese en
Costa Rica:
¡Bendita seas,
generación primera!
Pastores fieles hubo
en cayado:
Arboleda y Bernardo,
labios de oro;
Tulio el hábil, Potier
y Larquère
amados;
Martínez y Vallejo,
constructores.
¡Oh sombras grandes de
altos mensajeros!
Martín Amaya,
historiador, poeta;
David González,
voluntad de acero;
Paladines: Cid, Cirilo
Villanea.
¡Oh Dios¡ Tú mereces
un himno en Sión,
Bendito Tú, Oh Dios de
nuestros padres;
Alabanza a tu nombre
por los siglos.
¡Oh Dios¡ Tú mereces un himno en Sión
¡Oh espíritus de
santos sin renombre!
Luis María Castillo en
bondades lleno,
Bendecido por Dios y
por los hombres.
¡Oh Rafael Domínguez,
manso y bueno!
¡Oh centellas del
Verbo luminoso!
Villegas y Segura los
letrados;
Naranjo, historia,
estilo castigado;
Caudal Tamayo en
vicentinas aguas.
¡Qué sabio fuiste,
Alfonso María Navia!
Universal doctor,
artista humilde;
Llegó tu nombre hasta
ilsas muy lejanas,
Ya bebes ciencia en
cuente inextinguible.
¡Oh Dios¡ Tú mereces
un himno en Sión,
Bendito Tú, Oh Dios de
nuestros padres;
Alabanza a tu nombre
por los siglos.
¡Oh Dios¡ Tú mereces un himno en Sión
Y mayordomos probos, timoneles:
Cultura Bret y Pron,
virtud severa;
Abel conciliador,
prudente Reyes:
Los tienes, Dios,
sentados a tu mesa.
No se opaca la voz de
Martiniano
Que guió la nave por
la mar adentro
Como viendo al invisible,
mano firme,
Mostró el futuro de
esperanza lleno.
Laboriosos, sencillos
coadjutores:
Murió Duport a María
cantando;
Abdón Quintero, ese
leproso santo;
Bolaños carpintero
humilde y noble.
Somos linaje, ¡Oh
Dios!, De vicentinos;
Que sea bendita siempre
su memoria;
Bendito Tú, Señor de
nuestra historia,
Por los siglos
infinitos.
¡Oh Dios¡ Tú mereces
un himno en Sión,
Bendito Tú, Oh Dios de
nuestros padres;
Alabanza a tu nombre
por los siglos.
¡Oh Dios¡ Tú mereces un himno en Sión
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